Goya lanza una nueva propuesta visual para que circule el pensamiento por la ciudadanía
A lo largo de siglos los pintores y sus creaciones han estado bajo la mirada de sus mentores, sus promotores, sus mecenas o coleccionistas. Esto quiere decir en definitiva que, la mayoría de las obras que se producían se ejecutaban en “consonancia” con quienes las pagaban. El arte estaba al servicio de la propaganda del poder económico que lo sustentaba.
Nos situamos en los albores del siglo XIX, la técnica del grabado y, en concreto, la posibilidad de realizar una tirada
en donde la obra de arte puede estar simultáneamente en muchos sitios a la vez,
hace que la obra pierda su aura única (Walter Benjamin, 1936) pero, sin embargo, la dota de popularidad. Pudiéndose lanzar toda una
nueva propuesta visual para que circule por un país "dormido".
Los Caprichos de Goya se convierten de inmediato en un fenómeno mediático.
Goya traspasa su faceta de Primer Pintor de Corte, sabiendo que sus obras están
únicamente en palacios y residencias de nobles, para trasvasar a una clase
social más amplia.
Ahora bien, en 1799 Goya hace de productor y mentor al mismo tiempo. Sabe
que su obra puede ser reproducida y es apoyándose en esa reproducibilidad
donde encuentra rienda suelta a su temática particular…
El mero hecho de utilizar un formato diferente al cuadro de pared, le
ofrece unas nuevas condiciones de creación, para que “su mirada” se sitúe en
medio del debate público.
No se trata de ofrecer cuadros con temáticas religiosas para ser expuesto
en iglesias o de realizar retratos a nobles. Goya utiliza el medio para decir
cómo ve la sociedad de su tiempo.
Aclarado el punto del porqué aborda esa temática sobre todo aquello digno
de ser expuesto con su crítica a través del pincel. Hemos de decir que formalmente aborda
los grabados con dos herramientas muy “vanguardistas” en aquella época:
- Las caricaturas
- Los espectáculos de luces y sobras que se representan a través de la linterna mágica y la fantasmagoría.
- Las caricaturas
- Los espectáculos de luces y sobras que se representan a través de la linterna mágica y la fantasmagoría.
Con respecto a la caricatura, diremos que, en su sentido moderno, nació en Bolonia a finales del siglo XVI,
en la escuela de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci. Los
estudiantes de esta academia se divertían haciendo retratos de los visitantes
bajo la apariencia de animales u objetos inanimados, esto llegó a ser
compartido por Gianlorenzo Bernini. El grabador Pier Leone Ghezzi, que
trabajaba en Roma, continuó esa tradición y, por un módico precio,
caricaturizaba a los turistas. Lo que estos artistas italianos hacían eran
retratos humorísticos para uso privado y casi nunca resultaban satíricos o
maliciosos, en este sentido, Giandomenico Tiepolo también incursionó en el
género de la caricatura.
Autorretrato
caricaturesco de Francisco de Goya (2 de agosto de 1794), dibujado en una de
sus cartas a Martín Zapater. En él se presenta chato, como se describe a sí
mismo en su epistolario.
Ver: Francisco
de Goya, Cartas a Martín Zapater, ed. lit. de Mercedes Águeda y Xavier
de Salas, Tres Cantos (Madrid), Istmo, 2003, págs. 344-348.
Sobre las fantasmagorías explicar
que la obtención de imágenes se basa en el principio de la cámara oscura
desarrollada en el siglo XVI en relación con la perspectiva renacentista. Por
otro lado, los sistemas de proyección de imágenes se basan en la linterna
mágica con la que Athanasius Kirscher proyectaba imágenes transparentes fijas. En 1798 Etiènne Robertson la usó para
proyectar sus fantasmagorías y
en época victoriana se convirtió en juguete de niños.
Linterna mágica (breve introducción)
Se puede decir que la
linterna mágica fue el artilugio más popular, difundido y duradero de
comunicación audiovisual anterior al cine. El jesuita alemán Atanasius Kircher
(1602-1680), en el siglo XVII, basándose en el diseño de la cámara oscura, la
cual recibía imágenes del exterior haciéndolas visibles en el interior de esta, invirtió este proceso, llevando las imágenes de dentro a afuera. La
linterna mágica ofrecía imágenes de otros países, monumentos, paisajes urbanos,
y en el siglo XVIII convirtiéndose también en un instrumento de difusión/concienciación
política. Inicialmente era muy precaria, las mejoras aumentaron la calidad de
la imagen, la regulación y potenciación de la luz, la mejora de las lentes, la
posibilidad de encadenar placas simultáneamente, la proyección de opacos, los
diferentes sistemas de mecanización de las placas de vidrio para dar movimiento
a las imágenes, etc.
La linterna mágica en el último cuarto del
siglo XIX posibilita la proyección de fotografías, desplazando a las placas de
vidrio pintadas a mano.
Fantasmagoría (breve introducción)
Es una variante del
espectáculo de linterna mágica. Consistía en las proyecciones de fantasmas
diablos que buscaban provocar miedo en el espectador. Es a Etien-Gaspar Robert
conocido como Robertson a quien se le atribuye la creación de la Fantasmagoría.
Hoy sabemos que la
Fantasmagoría uno de los espectáculos precinematográficos basados en la
proyección de sombras. Las siniestras visiones se revelan sobre las pantallas
de humo, en un olor de incienso, en medio de llamas y de relámpagos, ruidos de
cadenas, rugidos de trueno, toques de campanas y de un acompañamiento musical
particularmente delirante utilizando la armónica de Franklin. De este modo se
genera una afición al mundo de lo tenebroso, siempre en aparente suspensión.
En este momento
de la historia europea, existe una verdadera fascinación por el mundo de los
fantasmas, de los sueños, de todo aquello que supera la razón de lo evidente.
Prueba de ello
es la exposición que se celebra en Londres durante 1782 para ver el cuadro de Henry
Fuseli, “La Pesadilla”. En donde el público paga para ver un espectáculo que sabe
novedoso. Y cuantos acuden quedan fascinados y perturbados a la vez por esta visión:
Las
fantasmagorías están muy de moda en esa época de finales del siglo XVIII. Los
temas que triunfan en estos espectáculos se trasladan al lienzo de Fuseli y
Goya es un hombre vanguardista, está muy interesado en la cultura visual de su
época.
Conocedor de
todas estas corrientes: mundo de fantasmas, brujas, seres deformes, personajes
macabros. Goya los utiliza dentro de una temática visual: Los Caprichos.
Busca sin duda
la superación de la razón a través de la imaginación. Por ello emplea también
la caricatura como antes hemos comentado para convertirse en paradigma de la
cultura visual de masas a la que dirige su obra.
En España fue la
primera tirada de grabados famosa de un artista con un sentido y unos temas
realmente arriesgados y novedosos para su época.
No hay que
olvidar que Goya elige el formato y el contenido de su obra, además del día en
que la pone a la venta: un miércoles de ceniza de 1799, es decir, el último
Carnaval celebrado en el siglo XVIII.
Considero
imprescindible citar el libro de Victor Stoichita “El último carnaval: un ensayo sobre Goya” de la editorial Siruela (2000).
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