viernes, 3 de mayo de 2013

GOYA Y LOS GRABADOS

Goya lanza una nueva propuesta visual para que circule el pensamiento por la ciudadanía


A lo largo de siglos los pintores y sus creaciones han estado bajo la mirada de sus mentores, sus promotores, sus mecenas o coleccionistas. Esto quiere decir en definitiva que, la mayoría de las obras que se producían se ejecutaban en “consonancia” con quienes las pagaban. El arte estaba al servicio de la propaganda del poder económico que lo sustentaba.
 
Nos situamos en los albores del siglo XIX, la técnica del grabado y, en concreto, la posibilidad de realizar una tirada en donde la obra de arte puede estar simultáneamente en muchos sitios a la vez, hace que la obra pierda su aura única (Walter Benjamin, 1936) pero, sin embargo, la dota de popularidad.  Pudiéndose lanzar toda una nueva propuesta visual para que circule por un país "dormido".

Los Caprichos de Goya se convierten de inmediato en un fenómeno mediático. Goya traspasa su faceta de Primer Pintor de Corte, sabiendo que sus obras están únicamente en palacios y residencias de nobles, para trasvasar a una clase social más amplia.
 
Ahora bien, en 1799 Goya hace de productor y mentor al mismo tiempo. Sabe que su obra puede ser reproducida y es apoyándose en esa reproducibilidad donde encuentra rienda suelta a su temática particular…
El mero hecho de utilizar un formato diferente al cuadro de pared, le ofrece unas nuevas condiciones de creación, para que “su mirada” se sitúe en medio del debate público.
 
No se trata de ofrecer cuadros con temáticas religiosas para ser expuesto en iglesias o de realizar retratos a nobles. Goya utiliza el medio para decir cómo ve la sociedad de su tiempo.
Aclarado el punto del porqué aborda esa temática sobre todo aquello digno de ser expuesto con su crítica a través del pincel. Hemos de decir que formalmente aborda los grabados con dos herramientas muy “vanguardistas” en aquella época:
- Las caricaturas
- Los espectáculos de luces y sobras que se representan a través de la linterna mágica y la fantasmagoría.

Con respecto a la caricatura, diremos que, en su sentido moderno, nació en Bolonia a finales del siglo XVI, en la escuela de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci. Los estudiantes de esta academia se divertían haciendo retratos de los visitantes bajo la apariencia de animales u objetos inanimados, esto llegó a ser compartido por Gianlorenzo Bernini. El grabador Pier Leone Ghezzi, que trabajaba en Roma, continuó esa tradición y, por un módico precio, caricaturizaba a los turistas. Lo que estos artistas italianos hacían eran retratos humorísticos para uso privado y casi nunca resultaban satíricos o maliciosos, en este sentido, Giandomenico Tiepolo también incursionó en el género de la caricatura.


 Autorretrato caricaturesco de Francisco de Goya (2 de agosto de 1794), dibujado en una de sus cartas a Martín Zapater. En él se presenta chato, como se describe a sí mismo en su epistolario.
Ver: Francisco de Goya, Cartas a Martín Zapater, ed. lit. de Mercedes Águeda y Xavier de Salas, Tres Cantos (Madrid), Istmo, 2003, págs. 344-348.

Sobre las fantasmagorías explicar que la obtención de imágenes se basa en el principio de la cámara oscura desarrollada en el siglo XVI en relación con la perspectiva renacentista. Por otro lado, los sistemas de proyección de imágenes se basan en la linterna mágica con la que Athanasius Kirscher proyectaba imágenes transparentes fijas. En 1798 Etiènne Robertson la usó para proyectar sus fantasmagorías y en época victoriana se convirtió en juguete de niños.
 
Linterna mágica (breve introducción)
Se puede decir que la linterna mágica fue el artilugio más popular, difundido y duradero de comunicación audiovisual anterior al cine. El jesuita alemán Atanasius Kircher (1602-1680), en el siglo XVII, basándose en el diseño de la cámara oscura, la cual recibía imágenes del exterior haciéndolas visibles en el interior de esta, invirtió este proceso, llevando las imágenes de dentro a afuera. La linterna mágica ofrecía imágenes de otros países, monumentos, paisajes urbanos, y en el siglo XVIII convirtiéndose también en un instrumento de difusión/concienciación política. Inicialmente era muy precaria, las mejoras aumentaron la calidad de la imagen, la regulación y potenciación de la luz, la mejora de las lentes, la posibilidad de encadenar placas simultáneamente, la proyección de opacos, los diferentes sistemas de mecanización de las placas de vidrio para dar movimiento a las imágenes, etc.
La linterna mágica en el último cuarto del siglo XIX posibilita la proyección de fotografías, desplazando a las placas de vidrio pintadas a mano.

Fantasmagoría (breve introducción)
Es una variante del espectáculo de linterna mágica. Consistía en las proyecciones de fantasmas diablos que buscaban provocar miedo en el espectador. Es a Etien-Gaspar Robert conocido como Robertson a quien se le atribuye la creación de la Fantasmagoría.
Hoy sabemos que la Fantasmagoría uno de los espectáculos precinematográficos basados en la proyección de sombras. Las siniestras visiones se revelan sobre las pantallas de humo, en un olor de incienso, en medio de llamas y de relámpagos, ruidos de cadenas, rugidos de trueno, toques de campanas y de un acompañamiento musical particularmente delirante utilizando la armónica de Franklin. De este modo se genera una afición al mundo de lo tenebroso, siempre en aparente suspensión.

En este momento de la historia europea, existe una verdadera fascinación por el mundo de los fantasmas, de los sueños, de todo aquello que supera la razón de lo evidente.

Prueba de ello es la exposición que se celebra en Londres durante 1782 para ver el cuadro de Henry Fuseli, “La Pesadilla”. En donde el público paga para ver un espectáculo que sabe novedoso. Y cuantos acuden quedan fascinados y perturbados a la vez por esta visión:


Las fantasmagorías están muy de moda en esa época de finales del siglo XVIII. Los temas que triunfan en estos espectáculos se trasladan al lienzo de Fuseli y Goya es un hombre vanguardista, está muy interesado en la cultura visual de su época.
Conocedor de todas estas corrientes: mundo de fantasmas, brujas, seres deformes, personajes macabros. Goya los utiliza dentro de una temática visual: Los Caprichos.
Busca sin duda la superación de la razón a través de la imaginación. Por ello emplea también la caricatura como antes hemos comentado para convertirse en paradigma de la cultura visual de masas a la que dirige su obra.

En España fue la primera tirada de grabados famosa de un artista con un sentido y unos temas realmente arriesgados y novedosos para su época.
No hay que olvidar que Goya elige el formato y el contenido de su obra, además del día en que la pone a la venta: un miércoles de ceniza de 1799, es decir, el último Carnaval celebrado en el siglo XVIII.

Considero imprescindible citar el libro de Victor Stoichita “El último carnaval: un ensayo sobre Goya” de la editorial Siruela (2000).

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