sábado, 27 de febrero de 2021

Heredarás la lluvia, - ¡Brutal, mordaz, genial!

Experiencia narrada en tres actos


Agradecimiento 

La suerte loca de poder disfrutar de esta magnífica obra se la debo a la Sra. Fayos. Vaya por delante mi más sincero agradecimiento por darme la oportunidad de asistir a la función, de nutrirme y de aprender.


Con la complicidad absoluta que te da el ser amado, pudimos organizarnos agenda y salir el viernes dirección al Teatre Talia al atardecer. Juntas, expectantes...más de un año sin entrar.

Justo a las 19h se encendían las luces de la calle de los Caballeros. Pasábamos el dintel de la puerta. Cola con distancia, con orden y todo dispuesto con las garantías de organización que responden al lema: "la cultura es segura".


Arriba el telón

Nos sentamos, tercera fila. No pude reprimir un suspiro al ver el escenario. Un suspiro de melancolía y de solidaridad.

- ¡Venga, ánimo a todos quienes os dedicáis a las artes escénicas! Estoy aquí para gozaros. - Pensé esbozando una tímida sonrisa.

Los móviles apagados, la voz en off, las luces también. Silencio. Comienza...


Identifico dos personajes en el escenario. Dos hombres que están en una situación límite de supervivencia. Dos seres que se nutren uno del otro a través de sus soliloquios en forma de diálogo.

Oigo risas entre el público. No las entiendo porque la obra ha comenzado con una narración visual de un holocausto nuclear.

Tengo una sensación extraña con esa reacción. No me siento cómoda entre personas que no empatizan y se quedan con la corteza de la vida.

Cada tema que abordan, cada frase dibuja un horizonte tan cercano que asusta.

El mar no tiene agua solo queda plástico. La atmósfera de la obra se perfila con cada símbolo con cada gesto. Todo conduce a la reflexión.

La primera escena transcurre sin apenas darme cuenta. Los personajes se han tumbado a dormir, ya ha pasado un día. No quiero que se acabe la obra. Ahora que empiezo a paladearla, no.

Despiertan, segundo acto. Parece que uno manda sobre otro.  El diálogo aumenta en velocidad, en silencios, en movimiento.

Y las miradas cómplices entre mi acompañante y yo encuentran frases lapidarias lanzadas, una vez más entre carcajadas del público:

- ¿Qué haces buscando el amor en el basurero? - Dice uno.

- El amor que no es de verdad, es una mierda. Por eso miro en el basurero. - Responde el otro.

Frases que bien valen un libro o al menos el guion de una buena película. 

Cada vez que el público ríe vuelvo a mi acompañante y le pido una mirada de angustia, de dolor, de compasión por quien sufre en ese fin de los tiempos.

Sigo el diálogo y el cuerpo en movimiento de los personajes. Al tiempo que voy digiriendo su mensaje. Ya no sé si se hablan entre ellos o se dirigen a nosotros los espectadores. Sus referentes también son los míos.

- Heredarás la lluvia... Pero no era ¿heredaréis la Tierra? - Pienso en silencio mientras cae una dulce lluvia sobre el cuerpo desnudo de uno de los protagonistas.

Un viaje al futuro, una reflexión al presente, una revisión del pasado.

- No cabe poner nota a la vida. Pero todos vamos a tomar nota de la vida. 

El que tenga oídos que oiga.


Conclusión a esta brutal, mordaz y genial obra teatral

No puedo más que recomendar ir al Teatre Talia a todas las personas que tengan hambre de teatro. Que tengan necesidad de energía talentosa.

Sin duda es una magnificente pieza creada por Imprebís a partir de textos, ideas y música de Carles Castillo, Carles Montoliu, Santiago Sánchez y Víctor Lucas, según se lee en la página del Teatre Talia.

Una obra necesaria en la docencia curricular de secundaria. Sin duda.

Mi felicitación a la magnífica dirección de Santiago Sánchez. Todo ha estado compensado en la obra: entradas de actores, luces, música y la disposición del escenario. 

Trabajo actoral de Carles Castillo y Carles Montoliu impecable. Dos pesos pesados compensados: voz, declamación y gestos comedidos y expansivos.

Música de Víctor Lucas muy sugerente y acertada. Se la esperaba en cada escena con verdadero gusto.

¡Gracias Azul y Nada! La humanidad si no lo remediamos ya será eso, Azul o Nada.

lunes, 22 de febrero de 2021

Hambre de Teatro. ¡Necesito nutrirme!

Al día pasamos muchas horas frente a las pantallas. Da igual que sean las del móvil, tablet, ordenador o portátil. La cuestión es estar enganchados al cuadrilátero de las imágenes.


El caso es que después de meses y meses encerrada virtual y físicamente, no me sacio. No me sacio de ver y de escuchar relatos, bien sean películas, series, cortos o, incluso representaciones artísticas.

El áurea de la obra de arte en directo no se transmite online. Por más que se empeñen los diseñadores gráficos, los directores de edición y todos quienes enlatan programas para que gocemos del sentido de la vista al más alto nivel.

Desde hace meses estoy desnutrida de energía talentosa. Y, aunque intento remediarlo con energía del reino vegetal, no me llena el cuerpo. De verdad.


La energía talentosa es aquella energía que desprende la persona que, alcanzando la cúspide de su genialidad, la entrega sin fisuras al público que la observa, que la mira y escucha. 

La energía talentosa es el principal alimento que necesita mi espíritu creador. Unas veces la recibo en los museos, a través de las obras que admiro en directo. Sin intermediarios ni filtros "de belleza". Sin emoticonos o juegos de luces. Estamos la obra y yo, recreándonos con la presencia invisible de quien la realizó.

Otra fuente de energía talentosa es la música en directo. Estás frente a una cantante, la música suena en la sala y el sonido de su voz te envuelve, te explica o te replica, te seduce o te conmueve. Y con cada nota que penetra en tu psique, entra con ella la energía talentosa. Como una especie de suero en vena te va revitalizando desde lo más profundo del alma...

Hoy siento que desfallezco porque no me queda apenas energía talentosa en mi cuerpo. Necesito mi dosis con urgencia. La cura no puede ser otra que ir al teatro. 

He de correr a las puertas del Olympia ya. Este próximo fin de semana. Tengo que ver una obra de teatro en directo, desde las primeras filas, si puede ser. He de conectar con quien de forma generosa y a raudales me va a nutrir. Necesito visualizarlo, al menos para ir tranquilizando mi apetito.

Sí, ya sé que suena egoísta y pueril, pero puedo asegurar que no es así. Cuanta más energía talentosa me regalan quienes la reparten, más amor y agradecimiento reciben de mi persona. 

Y me doy cuenta porque mis ojos brillan cuando les miro. Mis labios sellan en una amplia sonrisa cuando los escucho. Y ante su dolor, por mis mejillas caen furtivas lágrimas con su nombre.

- ¡Sí, tengo hambre de teatro!. Necesito nutrirme. Me voy al Olympia.