lunes, 22 de febrero de 2021

Hambre de Teatro. ¡Necesito nutrirme!

Al día pasamos muchas horas frente a las pantallas. Da igual que sean las del móvil, tablet, ordenador o portátil. La cuestión es estar enganchados al cuadrilátero de las imágenes.


El caso es que después de meses y meses encerrada virtual y físicamente, no me sacio. No me sacio de ver y de escuchar relatos, bien sean películas, series, cortos o, incluso representaciones artísticas.

El áurea de la obra de arte en directo no se transmite online. Por más que se empeñen los diseñadores gráficos, los directores de edición y todos quienes enlatan programas para que gocemos del sentido de la vista al más alto nivel.

Desde hace meses estoy desnutrida de energía talentosa. Y, aunque intento remediarlo con energía del reino vegetal, no me llena el cuerpo. De verdad.


La energía talentosa es aquella energía que desprende la persona que, alcanzando la cúspide de su genialidad, la entrega sin fisuras al público que la observa, que la mira y escucha. 

La energía talentosa es el principal alimento que necesita mi espíritu creador. Unas veces la recibo en los museos, a través de las obras que admiro en directo. Sin intermediarios ni filtros "de belleza". Sin emoticonos o juegos de luces. Estamos la obra y yo, recreándonos con la presencia invisible de quien la realizó.

Otra fuente de energía talentosa es la música en directo. Estás frente a una cantante, la música suena en la sala y el sonido de su voz te envuelve, te explica o te replica, te seduce o te conmueve. Y con cada nota que penetra en tu psique, entra con ella la energía talentosa. Como una especie de suero en vena te va revitalizando desde lo más profundo del alma...

Hoy siento que desfallezco porque no me queda apenas energía talentosa en mi cuerpo. Necesito mi dosis con urgencia. La cura no puede ser otra que ir al teatro. 

He de correr a las puertas del Olympia ya. Este próximo fin de semana. Tengo que ver una obra de teatro en directo, desde las primeras filas, si puede ser. He de conectar con quien de forma generosa y a raudales me va a nutrir. Necesito visualizarlo, al menos para ir tranquilizando mi apetito.

Sí, ya sé que suena egoísta y pueril, pero puedo asegurar que no es así. Cuanta más energía talentosa me regalan quienes la reparten, más amor y agradecimiento reciben de mi persona. 

Y me doy cuenta porque mis ojos brillan cuando les miro. Mis labios sellan en una amplia sonrisa cuando los escucho. Y ante su dolor, por mis mejillas caen furtivas lágrimas con su nombre.

- ¡Sí, tengo hambre de teatro!. Necesito nutrirme. Me voy al Olympia.


 

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